La infancia y la adolescencia constituyen períodos altamente significativos.
Un problema infantil, y sobre todo adolescente, realmente importante, es el de los trastornos de conducta, entre las que se incluyen problemas tan variados y tan relevantes como la agresión, la crueldad y la violencia hacia otras personas.
Para identificar si nuestro hijo/a tiene conductas antisociales debemos de tener en cuenta una serie de características:
– La frecuencia. Es el grado en que un niño se ve envuelto en conductas como peleas, sustracciones y mentiras.
– La intensidad. Se refiere a la magnitud de la consecuencia de la conducta, aunque sea de baja frecuencia. Por ejemplo un chaval joven que «solo» ha producido un incendio grave.
– La repetición. Número de veces que ha repetido esa conducta.
– Cronicidad. El nivel de peligrosidad que tiene esa conducta.
El trastorno de conducta, como síndrome, incluye varias características centrales como las peleas, rabietas, absentismo escolar, destrucción de la propiedad, desafiar o amenazar a otros y escapar de casa, entre otras. Obviamente, no es probable que un niño presente todos los síntomas, pero es habitual que varias conductas tiendan a aparecer juntas y no de forma aislada.
Factores de Riesgo para el comienzo de los trastornos de conducta
Por un lado encontramos signos precoces de conducta problemática o revoltosa en casa o en la escuela que son factores de predicción destacados.
Por otro lado se ha identificado como factor de riesgo una variedad de características de los padres y familiares que incluyen factores genéticos, delincuencia, conducta antisocial y alcoholismo en los padres, disputas de pareja y prácticas disciplinarias duras e inconsistentes, entre otros.
Consejos preventivos para padres y profesores
- Considerar el poder del modelado de los padres y profesores. Es decir, a través de repeticiones de conductas «adecuadas» por parte de los padres o profesores, los niños observarán y repetirán dichas conductas.
- Entrenar en habilidades positivas.
- Ser capaz de ejercer la autoridad pero sin autoritarismo.
- Alabar mejor que reprochar por sistema.
- Dejar claro que no todos los comportamientos merecen aprobación y estima.
- Permitir que se sientan escuchados y comprendidos.
- Dedicar tiempo para convivir con los hijos.
- Proporcionar un auto-concepto positivo.
- Aceptarles como son.
- Educarles en libertad.
Consejos para intervenir ante situaciones conflictivas:
- Actuar con rapidez, no esperar que el conflicto sea grave.
- Enfrentarse a él/ella con actitud constructiva.
- Escuchar a todas las partes implicadas.
- Evaluar el coste del conflicto.
- Optimizar recursos.
- Proponer soluciones concretas.
- Lograr el consenso en las decisiones.
- Realizar un seguimiento de los acuerdos.
- Si el conflicto continúa, comenzar de nuevo.
- Tratar de formar parte siempre de la solución, nunca del problema.